Había sido un día muy duro en la peluquería…un sábado intenso en que trabajó hasta muy tarde arreglando melenas, cortando mechones, haciendo permanentes… decenas de clientas anónimas habían pasado por sus manos, cada una con una historia, una conversación, una charla. Él pacientemente las habia escuchado a todas, habia oido sus confidencias, historias vitales, infidelidades, cotilleos, terapia de salón…, sí, sonreía y oía, asentía y callaba. Era un profesional y sabía que un vínculo de silencio le ataba a ellas. Era su mundo. El lugar donde había acabado aquel peluquero perdedor que un día habia podido conquistar el mundo de la moda.
Así era, pero disfrutaba con aquel trabajo, vivía para ello, y quizás por esa razón, habia ido descuidando su vida social, habia ido perdiendo sus amigos, se habia ido convirtiendo en un artista solitario que habia caido desde la cima del mundo de la belleza, acabando en aquel local perdido en un barrio sin nombre donde trabajaba sin descanso, innovando y creando en silencio diseños que pocos conocian. Otro dia agotador estaba finalizando y se encontraba muy cansado, con ganas de volver a su casa, ducharse y tomarse un buen vino mientras leía la última novela de Michael Harvey…
No la vio llegar. Entró sigilosa cuando él estaba a punto de cerrar la peluquería, amparada en la noche como una pantera, decidida, magnífica, con paso firme, una larga melena suelta, ropa cara, zapatos de tacón alto, medias de seda se adivinaban bajo una gabardina que la cubría.
Se le aproximó y le preguntó si podría arreglarle el peinado, él estuvo a punto de poner una excusa y sin embargo, se sorprendió a sí mismo diciéndole que sí, que se sentase mientras se preparaba…ella le sonrió y se acomodó.
Mientras sacaba de un armario los cepillos y los peines, le preguntó qué era lo que deseaba, ella le indicó de manera precisa lo que quería. Intuyó que era una persona con las ideas claras, decidida, seguramente una importante ejecutiva de la zona alta, que tras un día de trabajo agotador tenía un compromiso inmediato y lo había elegido a él para prepararla, para realzar la belleza de aquel cabello. Un encuentro sin duda casual, una elección para salir del paso...¿cómo una mujer como aquella iba a confiar su belleza a un peluquero perdedor?...
Con esos pensamientos empezó a colocarle la toalla, se inclinó para ajustársela mejor y notó un suave y caro perfume que le embriagó. Percibió enseguida un cierto nerviosismo en ella, -Le agradecería un poco de rapidez, tengo prisa-le indicó con voz dulce pero firme. Ella no se había quitado la gabardina.
El peluquero le respondió con una sonrisa y un asentimiento que hizo que ella se relajase un poco, cruzando las piernas bajo la gabardina, cruzando sus miradas...
Él empezó a lavarle el pelo, la mujer cerró los ojos mientras el agua tibia corría entre su melena, humedeciéndola y resbalando por los dedos del peluquero. El sonido acuático llenó la estancia. Sus dedos expertos acariciaron sus sienes, notando que cada vez más, ella se relajaba, a cada caricia iba desapareciendo la tensión acumulada.
Aplicó un suave masaje para extender el champú muy suavemente, arriba y abajo, frotando los largos cabellos con las yemas de los dedos, notando en ella una respiración profunda, acompasada. Él pudo observar cómo la mujer descruzaba sus piernas con un movimiento casi imperceptible mientras que, simultáneamente, sus brazos caían levemente en el sillón y ella inclinba levemente la cabeza hacia atrás.
Sus tijeras iniciaron un sonido rítmico, cortando las puntas de aquella suave melena. Reinaba un silencio casi irreal, casi no había conversación ya, solo el sonido metálico y los mechones cayendo mansamente al suelo. A cada golpe, ella movía ligeramente la cabeza dejando escapar de vez en cuando un ligero suspiro. Él acariciaba el pelo, intentando atrapar los sedosos cabellos que se le escurrían de las manos.
Sus dedos hábiles seguían recorriendo su pelo, separándolo rítmicamente, empujando y abriendo, dando forma, moldeando de forma experta mientras ella respiraba de manera profunda. Él notaba que el pecho de aquella mujer se movía arriba y abajo con ansiedad mientras sus manos exploraban su cabellera. Sin abrir los ojos, adivinaba sus formas bajo aquella gabardina rozando su piel con la yema de sus dedos. Sentía lo que ella sentía, sumergidos ambos en una irrealidad en la que estaban atrapados sin poder evitarlo. ¿Cuánto tiempo habia pasado? No lo sabia, verdaderamente el tiempo se habia detenido en aquella peluqueria.
Siguió cortando y secando, acelerando su trabajo, más y más rápido, culminando su obra, sintiéndola suspirar y evadirse en un instante de irrealidad donde el mundo se confundía y los sentidos se escapaban.
Terminó con un suave masaje mientras le susurraba al oído unas palabras que hicieron que ella se incorporara y se desperezase. La mujer se giró con una sonrisa perdida, un rubor le coloreaba las mejillas mientras sacaba el monedero y le dejaba una buena propina. Se despidió con un escueto- Muchas gracias- y se dirigió a la puerta, la empezó a abrir, su mano se detuvo, se quedó en el umbral.
Ella se giró, la gabardina cayó al suelo, sonreía…. la visión era magnífica.
-Creo que Harvey tendrá que esperar hasta mañana –pensó el peluquero mientras echaba el pestillo a la puerta y notaba como unas manos recorrían su nuca…
Así era, pero disfrutaba con aquel trabajo, vivía para ello, y quizás por esa razón, habia ido descuidando su vida social, habia ido perdiendo sus amigos, se habia ido convirtiendo en un artista solitario que habia caido desde la cima del mundo de la belleza, acabando en aquel local perdido en un barrio sin nombre donde trabajaba sin descanso, innovando y creando en silencio diseños que pocos conocian. Otro dia agotador estaba finalizando y se encontraba muy cansado, con ganas de volver a su casa, ducharse y tomarse un buen vino mientras leía la última novela de Michael Harvey…
No la vio llegar. Entró sigilosa cuando él estaba a punto de cerrar la peluquería, amparada en la noche como una pantera, decidida, magnífica, con paso firme, una larga melena suelta, ropa cara, zapatos de tacón alto, medias de seda se adivinaban bajo una gabardina que la cubría.
Se le aproximó y le preguntó si podría arreglarle el peinado, él estuvo a punto de poner una excusa y sin embargo, se sorprendió a sí mismo diciéndole que sí, que se sentase mientras se preparaba…ella le sonrió y se acomodó.
Mientras sacaba de un armario los cepillos y los peines, le preguntó qué era lo que deseaba, ella le indicó de manera precisa lo que quería. Intuyó que era una persona con las ideas claras, decidida, seguramente una importante ejecutiva de la zona alta, que tras un día de trabajo agotador tenía un compromiso inmediato y lo había elegido a él para prepararla, para realzar la belleza de aquel cabello. Un encuentro sin duda casual, una elección para salir del paso...¿cómo una mujer como aquella iba a confiar su belleza a un peluquero perdedor?...
Con esos pensamientos empezó a colocarle la toalla, se inclinó para ajustársela mejor y notó un suave y caro perfume que le embriagó. Percibió enseguida un cierto nerviosismo en ella, -Le agradecería un poco de rapidez, tengo prisa-le indicó con voz dulce pero firme. Ella no se había quitado la gabardina.
El peluquero le respondió con una sonrisa y un asentimiento que hizo que ella se relajase un poco, cruzando las piernas bajo la gabardina, cruzando sus miradas...
Él empezó a lavarle el pelo, la mujer cerró los ojos mientras el agua tibia corría entre su melena, humedeciéndola y resbalando por los dedos del peluquero. El sonido acuático llenó la estancia. Sus dedos expertos acariciaron sus sienes, notando que cada vez más, ella se relajaba, a cada caricia iba desapareciendo la tensión acumulada.
Aplicó un suave masaje para extender el champú muy suavemente, arriba y abajo, frotando los largos cabellos con las yemas de los dedos, notando en ella una respiración profunda, acompasada. Él pudo observar cómo la mujer descruzaba sus piernas con un movimiento casi imperceptible mientras que, simultáneamente, sus brazos caían levemente en el sillón y ella inclinba levemente la cabeza hacia atrás.
Sus tijeras iniciaron un sonido rítmico, cortando las puntas de aquella suave melena. Reinaba un silencio casi irreal, casi no había conversación ya, solo el sonido metálico y los mechones cayendo mansamente al suelo. A cada golpe, ella movía ligeramente la cabeza dejando escapar de vez en cuando un ligero suspiro. Él acariciaba el pelo, intentando atrapar los sedosos cabellos que se le escurrían de las manos.
Sus dedos hábiles seguían recorriendo su pelo, separándolo rítmicamente, empujando y abriendo, dando forma, moldeando de forma experta mientras ella respiraba de manera profunda. Él notaba que el pecho de aquella mujer se movía arriba y abajo con ansiedad mientras sus manos exploraban su cabellera. Sin abrir los ojos, adivinaba sus formas bajo aquella gabardina rozando su piel con la yema de sus dedos. Sentía lo que ella sentía, sumergidos ambos en una irrealidad en la que estaban atrapados sin poder evitarlo. ¿Cuánto tiempo habia pasado? No lo sabia, verdaderamente el tiempo se habia detenido en aquella peluqueria.
Siguió cortando y secando, acelerando su trabajo, más y más rápido, culminando su obra, sintiéndola suspirar y evadirse en un instante de irrealidad donde el mundo se confundía y los sentidos se escapaban.
Terminó con un suave masaje mientras le susurraba al oído unas palabras que hicieron que ella se incorporara y se desperezase. La mujer se giró con una sonrisa perdida, un rubor le coloreaba las mejillas mientras sacaba el monedero y le dejaba una buena propina. Se despidió con un escueto- Muchas gracias- y se dirigió a la puerta, la empezó a abrir, su mano se detuvo, se quedó en el umbral.
Ella se giró, la gabardina cayó al suelo, sonreía…. la visión era magnífica.
-Creo que Harvey tendrá que esperar hasta mañana –pensó el peluquero mientras echaba el pestillo a la puerta y notaba como unas manos recorrían su nuca…
Música: "Wicked game" por Chris Isaak. Escúchala usando la radio de este blog
7 comentarios:
Mmm... bonito relato, y muy acertada la música.
Osea que eso es lo que piensas cuando vas colocando mechones en los pelucones. jejeje
ufff me ha encantado, cuando tienes un hueco en la peluqueria para hacerme eso????
jajajaja
muassss paisa
Precioso relato, Aleix, plagado de sensualidad y con un final perfecto. Besitos!!
Gracias amigo Lex, una buena manera de empezar la semana verdad?
Maestro Elgob, lo importante no es lo que piense yo sino si lo piensan ellas..jejeje
Paisa, cuando quieras te hago una permantente gratis..jijiji
Gracias hermana, me alegro que te haya gustado.. :)
Eso es una proposición desonesta??? PPPPPPPPPPPP
O no....jajajajaj
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